domingo, 8 de enero de 2012

Nochevieja, chicoviejo.

El paso del tiempo. Ese cabrón en el que nos cagamos inexorablemente cada vez que llega un cumpleaños por encima de la treintena. Hace dos días estabas jugando a canicas o a la goma en le patio del colegio, y hoy en día  compras entradas para los musicales de Fama, sabiendo que Leroy Johnson hace tiempo que cría malvas gracias a una sobredosis.

No sé si será porque estoy escuchando "The final Countdown" de Europe de fondo (qué pelo gastaban los cabrones, envidia cochina), o el hecho de saber que ya no tengo que esperar dos horas para meterme en el agua en la playa después de comer, pero hay una cosa que me llama la atención. Lo único que no ha cambiado en todo este tiempo, es la clasificación de prioridades según edad en el único cumpleaños que todos celebramos.

Me explico, porque no hay dios que entienda la frase anterior. En función de la edad del individuo, es directamente proporcional su interés por la noche que marca el paso entre dos vueltas terrestres al sol según un origen prefijado arbitrariamente hace siglos (que se note que me he tenido que leer interminables e ininteligibles libros ingenieriles).

Vamos, que se puede medir el entusiasmo por la Nochevieja en función de la edad de una misma. Sí, es una clasificación típica y tópica. Pero esto no es un libro de "Elige tu propia aventura", así que la opción es seguir adelante o echar la siesta. Tú verás, que ya eres mayorcita.

Volviendo al encasillamiento nocheviejeril, más o menos se podría establecer el siguiente patrón:

  • De los 15 a los 25 años: Quedarse en casa en Nochevieja es "pecao", a no ser que te hayan arrastrado fuera de tu lugar habitual de residencia o seas rara avis pubertoso-hormonante. Si no pillas cacho, se le puede llamar fracaso.
  • De los 25 a los 35 años: Nochevieja no es más que un sábado más en el que se sale más tarde de lo habitual, por lo que hay que recuperar el tiempo perdido ingiriendo mayor cantidad alcohólica en menor tiempo. Si no pillas cacho, no te preocupes, mejor no tener de qué arrepentirse.
  • De los 35 a los 45 años: Sí, también tenéis derecho a salir, emborracharos o no, dejar los retoños con sus abuelos y hacer locuras por una vez al año, que no duele. Si pilláis cacho, y no es vuestra pareja, en el 95% de los casos tenéis un problema gordo.
  • De los 45 en adelante: No existen datos, ya que o bien se esconden, o se refugian en recintos cerrados, a los que sólo se puede entrar pagando y utilizando un nombre en clave "Cotillón". Si dicen que han pillado, y no es una mujer quien lo afirma, es mentira.
De todo esto la conclusión es clara, el entusiasmo por la juerga nocheviejera va disminuyendo con la edad, como pasa con la cantidad de pelo en el cuero cabelludo. Ley de vida.



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