sábado, 17 de diciembre de 2011

Melonazos. La oportunidad

Oportunidades. Atrapa el momento, no lo dejes escapar. El tiempo no es oro, es aire. No lo ves, pero está ahí. Si se te agota el tiempo, te pasa lo mismo que si se te agota el aire.

No pierdas el tiempo, no pierdas el aire. Respira y sé feliz.

domingo, 30 de octubre de 2011

Melonazos. El pincho de tortilla.

El pincho de tortilla. Una porción de patatas, huevo, puede que cebolla, aceite y sal. Un mata-hambres sencillo y efectivo. No sólo la mata, sino que nos deleitamos con su textura y sabor.

No conozco a nadie que no le guste la tortilla de patatas. A algunos más cuajada o jugosa, gruesa, fina, patata grande, pequeña, en láminas o tacos, etc, etc. Tantas variantes y apreciaciones como personas que la consumen. Así somos, todos diferentes, y en la variedad está el gusto. Pero los ingredientes que nos constituyen son los mismos.

La mano del cocinero es la que decide cómo queda la tortilla, pero el paladar de cada uno es el que dictamina si es de nuestro gusto o no.

La tortilla que tengo el privilegio de saborear cada día que entro en su cocina, es la mejor que he probado nunca. No podría ser vegetariano.

sábado, 29 de octubre de 2011

Melonazos. La crisis.

Cómo no. La crisis. La excusa perfecta para que personas válidas y competentes acaben en la rue, a bajo precio. "Flexibilidad del mercado laboral" tienen el valor de llamarlo.

Hoy en día la idea de conseguir estabilidad laboral y querer trabajar 30 años en un mismo sitio parece que está más pasado que los pantalones de pana. Pero si volvieron los pitillos, acabará volviendo el sentido común y veremos que puede que esa aspiración, no sólo no sea equivocada, sino que identificaremos la fuente del bulo.

Porque, ¿a que nadie le dice a Botin o Francisco Gonzalez que ya llevan demasiado tiempo en la misma empresa?

viernes, 28 de octubre de 2011

¿Repetimos?

Desde mediados de los 90, deportistas famosos anunciaron las Natillas Danone, hoy en día conocidas con el ridículo nombre de Danet. Ridículo para los nacidos antes de 1982, coetáneos de Naranjito.

Los deportistas que aparecían en los anuncios, desde Caminero a Ronaldinho, pasando por Figo o Casillas, parecían verse afectados por una maldición que provocaba que su carrera deportiva entrase en declive. Caminero salió del Atlético, Ronaldinho cambió el Sol por las estrellas nocturnas, Figo tuvo que exiliarse en Italia y a Casillas los Reyes Magos le trajeron Carbonero.




Pero las "malditas" natillas son el mejor ejemplo posible para sacar a la luz una discriminación largamente silenciada, y que hemos sufrido en carne propia los llamados "Hermanos Medianos". Que viene a ser el hermano que, ni es el primogénito, ni es el benjamín de la triada.


En adelante me referiré a los "Hermanos Medianos" como H&M, para abreviar. Me suena a algo, pero a estas horas de la noche no consigo recordar a qué.
No lo confundáis con H&S (Hijo Segundón), porque esa sí que me la sé. H&S es una marca de Lacasitos de colores. Además, bastante tenemos con la discriminación que sufrimos, como para encima cargar con ese acrónimo.

Pues bien. Esta discriminación que no habéis sufrido ni los mayores, ni los pitufos de las parejas de hermanos o tríos fraternales, es sencilla. Se puede resumir en la siguiente frase: "A mí me daban dos". Como los Donuts.

En los tiempos en los que era un chavalillo, las natillas se vendían únicamente en packs de dos unidades. Cuando mis padres las compraban, y sólo había nacido mi hermano mayor, él se zampaba las dos natillas. Y así 23 meses, hasta que yo llegué a este mundo.

Pero, claro. Había que repartir. No se compraban cuatro, para que tocásemos a dos per cápita. No se hacía porque eran caras. Así que la cuota era la misma para los dos hermanos. Una natilla para cada uno, y contentos.

En estas estábamos, cuando por arte y obra divina (los padres no follan, todos lo sabemos), llegó el palomo trinitario de mi hermano pequeño. Y como no era plan de compartir natillas, mis padres tomaron la determinación de hacer el esfuerzo de comprar dos packs, ergo cuatro natillas para los tres hermanos.

Y, ¿cuál fue el reparto? Hermano mayor una natilla; H&M una natilla; Benjamín, DOS natillas. Aquí tenemos el nacimiento de la discriminación del H&M. El mayor y el pequeño, en algún momento de su vida disfrutaron de dos natillas. ¿¿¿¿Dónde se perdieron las dos natillas del H&M????

Quizás eso explique mi afinidad por las manzanas. O las peras, que son más dulces.


miércoles, 26 de octubre de 2011

Lucía II.

Anoche de madrugada, por casualidad descubrí el grupo Mumford & Sons. Su mayor éxito hasta el momento es la canción "Little Lion Man":


En ella hablan de alguien que solía ser valiente, y dejó de serlo. La valentía es algo raro hoy en día. Es mucho más cómodo moverse entre sombras, a salvo de quemaduras provocadas por rayos solares.

Pero todavía quedan personas que prefieren tomar el riesgo de abrasarse, exponerse sin armaduras, incluso desnudarse sentimentalmente, que enmohecerse en un rincón oscuro.

Esas personas son verdaderos tesoros, y un ejemplo a seguir. Gracias vida por este sol.

martes, 25 de octubre de 2011

Lucía.


Cuando todo era negro, llegó la luz a mi vida. Paradójicamente con el nombre de la patrona de los ciegos, que no pueden admirar el sol que da nombre a este blog.

Hay otro tipo de ceguera, que no tiene que ver con el sentido de la visión. Muros de miedo y prejuicios que no dejan ver lo que realmente tenemos delante de las narices. Llega a ser necesario darse un cabezazo contra él, para poder verlo y derribarlo.

Espero que mi ceguera no me haya hecho perder el camino. Sigue alumbrándomelo.

martes, 11 de octubre de 2011

Melonazos. El humor

Siempre me ha parecido mucho más difícil hacer reír que hacer llorar. En ello coincido con los grandes humoristas, que hablan de la dificultad de, no ya arrancar una risa, sino de conseguir dibujar una sonrisa en las caras de la gente que les contempla.

Hacer llorar, o emocionar, o simplemente tocar la fibra sensible de cada uno, no digo que sea fácil. Requiere sensibilidad, cualidad no demasiado presente en estos tiempos. Pero simplemente abriendo el periódico y echándole una ojeada rápida, nos daremos cuentas de que hay mayoría de motivos por los que echarse a llorar.

Por ello, siempre he reivindicado el derecho a sonreír. No es que quiera ocultar la realidad, sino hacerla más llevadera. El entusiasmo es algo que está infravalorado. Se tiene la percepción subjetiva de que aquella persona que se ríe mucho, o hace reír a los demás, es una persona vana, hueca, sin preocupaciones.

La verdad es que la persona que provoca sonrisas, es tan consciente de la realidad, que lucha por mitigarla.

Iker


Sobrinurri, algún día te contaré cuánto has cambiado mi vida, y cómo me abriste los ojos.

lunes, 10 de octubre de 2011

Melonazos. Golpe de melón.

Esto es lo que pasa cuando se deja al cerebro a su alegre albedrío. Que piensa cosas en milésimas de segundo. Algo que se piense tan rápido, es imposible que sea razonable. Hasta ahora se quedaba ahí dentro, en mi cabeza. A partir de ahora, empezaré a soltarlas según vengan.

Serán los "Melonazos", o golpes de mi melón.

domingo, 9 de octubre de 2011

The Umbilical Cordon

Mamá. Ama. Hasta los machistas más redomados han salido al mundo por el mismo sitio. A todos nos da la vida una mujer. Así, de gratis, por la patilla. Hombres del mundo, lo tenemos que reconocer. Para esto del engendramiento humano, somos prácticamente prescindibles. Seguiremos durmiendo a pierna suelta mientras ellas tienen nauseas nocturnas. Tendremos las piernas en el mismo estado mientras duren los nueve meses de gestación. Y no tendremos cambios de estado de ánimo provocados por hormonaciones masivas.


Un momento de gloria, especialmente agradable. Ésa es toda nuestra aportación fisiológica a la perpetuación de la especie. Ellas son las que proporcionan alimento y oxígeno a la nueva vida que crece en su interior. Y así, durante nueve maravillosos e interminables meses.


Al final de ese periodo, el resultado es el que todos conocemos. Una criatura sale al mundo real, empapada en fluidos de todo tipo. Sólo le sigue uniendo al mejor sitio que habrá conocido jamás, una pequeña cuerda:


Con un movimiento de tijera, se elimina cualquier posibilidad de retorno al seno materno. Lo único bueno que tiene nacer, es que pillas teta casi inmediatamente. El resto de la vida será la "Teta quest". (No, no pongo imágenes de tetas, que os vais al post de "La paja", y no me acabáis de leer éste, con lo que me está costando parirlo).


Cortar físicamente el cordón umbilical es muy fácil. Otro cantar es cortarlo emocionalmente. Porque según vamos creciendo, nos alejamos paulatinamente del útero materno, buscando desesperadamente otro útero con un código genético diferente. Eso para machotes heterosexuales. En el caso de vosotras, amigas, buscáis alguien que os dé otro tipo de cosas. Pero al fin y al cabo, el resultado es el mismo.

Hay un momento en la vida, en el que tenemos que ser nosotros mismos quienes cortemos el cordón umbilical. Algo a lo que toda madre se resiste, lo admita o no. ¿Lo habéis conseguido?

viernes, 23 de septiembre de 2011

La paja.

Masturbación. Menores de trece años, abstenerse por favor. No tanto porque no tengáis edad ya de ir conociendo ciertas cosas sobre vuestro cuerpo, sino como porque probablemente todavía no sepáis de qué se va a hablar aquí.

Pito, polla, pene, rabo, cola, cimbrel, cipote, verga, etc... Miles de sustantivos para nombrar ese brazo corto que tenemos los hombres cogando inter-gambas. El miembro viril y sus amigos redondos, es lo que nos diferencia físicamente del sexo opuesto, a veces contrario.

Es nuestro órgano más preciado. Sí, lo es. No hay más que ver qué es lo que se protegen los futbolistas al ponerse en la barrera del lanzamiento de una falta. El cerebro tiene una concha protectora, pero por desgracia, nosotros perdimos las púas del pene en la evolución. Que no era plan andar pinchando 30 balones en cada partido.


Volviendo al tema que me ocupa, hasta aproximadamente los 13 años, usamos el pene para lo que creemos que sirve: MEAR. No reparábamos en que, en ocasiones hasta esa fecha, adquiría cierta rigidez que no nos dejaba cerrar la cremallera. O al menos, no le dábamos importancia.


Eso cambia en el momento en el que notamos una sensación agradable al "acariciarlo". Hasta entonces, agradable era comerse un bocata de Nocilla, o Nutella en vuestro caso, niños de hoy. Movidos por la curiosidad, seguimos acariciando, cada vez más rápidamente, aprendiendo a establecer una cadencia adecuada.



Estáis perdidos. Porque a no ser que una visita inoportuna detenga ese proceso, que habitualmente tiene lugar en el quirófano casero, también llamado WC, en compañía del que a partir de ese día será vuestro mejor amigo (ROCA, en el 90% de los casos), ya no hay marcha atrás. O si la habrá cuando la paja sea en compañía, pero ya no será ni paja, ni es recomendable la marcha atrás, por los riesgos que comporta.



Niños, después de la primera pajilla, seguiréis siendo niños, pero os espera muuucho tiempo de masturbación impenitente. El mejor antidepresivo que existe, pero no lo receta la Seguridad Social. Simplemente porque hay mucho tabú a su alrededor. Demos gracias a Torrente por haber socializado la paja.

En definitiva, no temáis al despertar de la paja. Es algo natural, y que os acompañará el resto de vuestra vida.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Crítica DVD: Entre copas (Sideways)



Gran película esta joyita de “Sideways”, conocida entre nosotros con el título de “Entre copas” (cuando literalmente se traduciría del inglés como “Caminos secundarios”, que se podría tomar como una alusión a las vivencias de sus protagonistas, maestros de la indefinición de sus vidas).

Firmada por Alexander Payne y bien interpretada por un magnífico reparto, “Entre copas” es una muestra de que en Estados Unidos hay un cine independiente de calidad. Con un guión sólido como una roca (Oscar al mejor guión adaptado) nos introduce en el mundo del vino y los viñedos de California de la mano de dos amigos cuarentones. Es más, incluso se echa de menos tener una buena copa de vino para disfrutar de esta película en toda regla, ya que de tanto visitar bodegas para degustar buenos caldos, nos llega a entrar sed.


Estos dos amigos son Miles (Paul Giamatti), un divorciado desde hace dos años que todavía no ha conseguido superar su desengaño amoroso, y Jack (Thomas Haden Church), trasnochado actor de anuncios televisivos y culebrones de cadenas locales.
Desde que se conocieron en la universidad son inseparables y por ello, con motivo de la boda de Jack, se embarcan en una despedida de soltero de una semana, catando como si de expertos enólogos se tratase, los vinos de las mejores bodegas de California.
Éste es el plan inicial de Miles, consumado especialista en vinos al que le gustaría poder llevar a cabo su sueño: ver publicada alguna de las novelas que escribe en sus ratos libres. Pero Jack ve esta despedida como su último tren de libertad antes de casarse, por lo que su objetivo no es otro que echar todas las canas al aire que pueda, dándole igual si el vino es un gran reserva o un vino de caja de cartón.

A primera vista puede parecer que son tan distintos el uno del otro que no nos llegamos a explicar cómo pueden ser amigos. Uno superficial, cabeza loca e infantil; el otro deprimido, derrotado y que no se resigna a su soledad. Pero los dos tienen algo en común: se encuentran en ese tramo de la vida en el que se ha vivido más de lo que queda por vivir y se hace balance de las experiencias acumuladas hasta ese momento.

Es en esos siete días cuando todos estos aspectos de su carácter salen a relucir, tanto para lo bueno como lo malo. Conocerá Miles a su posible nuevo amor, Maya (Virginia Madsen). Por su parte, Jack iniciará una aventura con una amiga de Maya, Stephanie (Sandra Oh). Ambas son camareras, por lo que el vínculo etílico vuelve a hacer su aparición. A través de sus citas seguimos paladeando caldos exclusivos como el Pinot, descubriendo miles de matices del vino que encuentran en esta película paralelismos con la vida real.

Jack promete a Stephanie el oro y el moro, insuflándole unas esperanzas que luego son rotas. Esto tiene sus propias consecuencias en la relación de Miles con Maya, nada agradables. Pero Jack, lejos de sentar la cabeza, opta por seguir sus correrías, dando lugar a situaciones muy cómicas, con un punto de dramatismo.


Paul Giamatti , un gran actor que en esta película, sencillamente lo borda (pocas veces un actor transmite tantas emociones sin decir absolutamente nada) consigue que su personaje nos refleje toda su frustración; una cara, una mirada le basta para llenar toda la pantalla de su humanidad, pesimista y resignada.
Pasa de ser el eterno secundario de películas tan distintas como “La boda de mi mejor amigo” y el remake de “El planeta de los simios” al papel estelar de “Entre copas”. De hecho, hasta el mismísimo George Clooney se empeñó en protagonizarla, encontrandose con la oposición frontal de Alexander Payne, que tenía a Giamatti como apuesta personal.

El resto del reparto no desentona para nada (inmenso Thomas Haden Church), aunque la película no sería lo mismo sin el toque femenino de Sandra Oh y Virginia Madsen, especialmente esta última, que ya ha visto recompensado su trabajo con una nominación al Oscar y un Independent Spirit Award a la Mejor Actriz de Reparto.

En resumen, estamos ante una grandísima película. Todos los cinéfilos tenemos que tener reservado un lugar en la estantería para “Entre copas”. No os arrepentiréis.

Cinefagia

Muy buenas de nuevo. Otra de mis pasiones es el cine. De cuando en cuando me entra el bicho cinéfilo y devoro películas, destripándolas. Voy a aprovechar el trabajo que hice hace algunos años, dando mi punto de vista sobre algunas películas que creo que merecen la pena. Ya iré generando críticas nuevas, si la economía me lo permite.

Besos, guapas.

El gimnasio. The gym, ou yeah!!

Septiembre. Mes oficial de encaramamiento a la báscula. Más baskularis que nunca.
Ese pie, tembloroso, miedica. Duda si subir el mini-escalón maldito que separa la felicidad terracera estival, de la cruda realidad de la vuelta a la rutina.
Venga, vamos arriba Jose. No será para tanto. Artefacto de destrucción masiva de amores propios, da tu veredicto. Parpadeas, cabrón. Ni que fueras Hitchcock. Momento empático donde los haya, ¿verdad? (empatía puede definirse como capacidad de ponerse en el lugar del prójimo, para que no haya que consultar la wikipedia) Miro hacia abajo. El resultado no es una cifra. Es un objetivo; "hostia, 4 kg más. LOS TENGO QUE BAJAR".



Tengo una meta en la vida. Reducir barriga. Gracias báscula. Te amo. Por ahora. Como buen ingeniero, tengo que estudiar la situación y plantear alternativas posibles:
  1. Comer menos. O lo que viene a llamarse, hacer dieta. No way.
  2. Liposucción. O que te metan una aspiradora por el sobaco para eliminar la grasa. No hace falta decir que no contemplo esta opción.
  3. Cambiar el canon de belleza imperante. Tú eres tonto si crees que vas a poder hacer éso.
  4. Sudarlos en el gimnasio. Chico, no es que te seduzca la idea, pero no hay más. A mover el pandero.
Una vez apuntado, equipado y preparado psicológicamente para el desafío barriguil, entro en el gimnasio. Lo que veo allí en mi primera visita, me deja patidifuso. ¡¡Cooooooñoooooo, si aquí hay más tribus urbanas que en Detroit!!


De un vistazo identifico las siguientes especies de Homo Gimnasiensis:

  • El narciso: Dícese de aquel Homo Gimnasiensis que pasa más tiempo admirándose sin pudor, que realmente trabajando su cuerpo.
  • El faro: Curioso especímen, que en verano evoluciona cual Pokemon, ampliando su radio de acción a los arbustos de las playas nudistas.
  • El Plácido domingo: Suelen ser los homos con la musculatura más desarrollada, hasta cotas muy discutibles, rozando la vigorexia. Podríamos pensar que ésa es su cualidad diferenciadora. Error. Lo que les hace especiales es el atronador vibrato que sale de sus gargantas al levantar el peso equivalente a tres elefantes.
  • El paseante: Aquel que pasa una hora en el gimnasio andando de aquí para allá, pero no se decide a hacer nada en especial. Se está caliente, no llueve y hay chicas guapas. Qué más quiere.
  • El buenorro/buenorra: Años de gimnasio y pilates no se pueden desperdiciar llevando ropa holgada. Hay que marcar hasta los pezones, como si llevaran puestas las largas.
Hay varias especies más de Homo Gimnasiensis, pero se haría muy largo de enumerar. Con un primer vistazo ya me sirve. Miro mi barriga. Amiguita, vamos a llevarnos bien, que creo que es el inicio de una laaarga amistad.


viernes, 2 de septiembre de 2011

La risa puta.

Qué mejor manera de estrenarse en este espacio de internet, que con un rasgo característico de uno mismo.

Básicamente, somos todos iguales; blancos, negros, amarillos o azules como los pitufos. Todos tenemos los mismos órganos repartidos por el cuerpo, a no ser que algún contratiempo haya variado este hecho. Es obvio que hay gente que los tiene colocados de mejor manera que la media. Los llamamos "guapos". He ahí su rasgo característico. Por donde va, es GUAPO. Hala, etiquetado. Fulanito el guapo.

Luego tenemos otro grupo de personas que no han tenido tanta suerte y los órganos les han quedado de esa manera. Cumplen con su función, pero sin más. Y estéticamente.... pues eso, que cumplen su función sin más. Para qué vamos a hacer sangre. Los llamamos "feos". Por donde va, es FEO. Hala, etiquetado. Y de oferta, señora.

Por último está el grupo más numeroso. El de los llamados "ni fu, ni fa". Ni guapo, ni feo. "Normal". "Del montón". Los órganos están colocados con el suficiente criterio para salvar el estatus de FEO, pero no llega ni de lejos al estatus de GUAPO. Por dónde va, es INVISIBLE. Y no tiene ni etiqueta, porque nadie se fija en él.

Es aquí donde, para poder hacerse visible en un mundo que vive de la apariencia física, hay que tener algún don diferenciador. Algunos son buenos deportistas y hacen fortuna con ello y aparecen en todos los medios. Otros tienen cerebros privilegiados y se dedican a explotarlos con mayor o menor fortuna. Y luego estamos los que dentro del "ni fu, ni fa", somos la coma. La mitad de la mediocridad. La media de la media. ¿Qué nos queda? Intentar destacar en algo.

En mi caso, ese algo es un apelativo que dedicaron a mi risa. Es la risa "puta". Mi cerebro suele ir por libre y tiene una capacidad innata de imaginar situaciones absurdas y de tomar el pelo a la gente. Muchas veces consigo retenerlo. Después de 32 años he conseguido domarlo y que no salgan por mi boca palabras de las que más tarde tener que arrepentirme. Pero mi cerebro se ha buscado un recurso contra su castración. Y es que cuando me río con la "e", la gente que me conoce cambia su expresión y pasa a una más circunspecta. La risa puta.

Menos mal que me quieren. O eso me dicen.