lunes, 5 de septiembre de 2011

Crítica DVD: Entre copas (Sideways)



Gran película esta joyita de “Sideways”, conocida entre nosotros con el título de “Entre copas” (cuando literalmente se traduciría del inglés como “Caminos secundarios”, que se podría tomar como una alusión a las vivencias de sus protagonistas, maestros de la indefinición de sus vidas).

Firmada por Alexander Payne y bien interpretada por un magnífico reparto, “Entre copas” es una muestra de que en Estados Unidos hay un cine independiente de calidad. Con un guión sólido como una roca (Oscar al mejor guión adaptado) nos introduce en el mundo del vino y los viñedos de California de la mano de dos amigos cuarentones. Es más, incluso se echa de menos tener una buena copa de vino para disfrutar de esta película en toda regla, ya que de tanto visitar bodegas para degustar buenos caldos, nos llega a entrar sed.


Estos dos amigos son Miles (Paul Giamatti), un divorciado desde hace dos años que todavía no ha conseguido superar su desengaño amoroso, y Jack (Thomas Haden Church), trasnochado actor de anuncios televisivos y culebrones de cadenas locales.
Desde que se conocieron en la universidad son inseparables y por ello, con motivo de la boda de Jack, se embarcan en una despedida de soltero de una semana, catando como si de expertos enólogos se tratase, los vinos de las mejores bodegas de California.
Éste es el plan inicial de Miles, consumado especialista en vinos al que le gustaría poder llevar a cabo su sueño: ver publicada alguna de las novelas que escribe en sus ratos libres. Pero Jack ve esta despedida como su último tren de libertad antes de casarse, por lo que su objetivo no es otro que echar todas las canas al aire que pueda, dándole igual si el vino es un gran reserva o un vino de caja de cartón.

A primera vista puede parecer que son tan distintos el uno del otro que no nos llegamos a explicar cómo pueden ser amigos. Uno superficial, cabeza loca e infantil; el otro deprimido, derrotado y que no se resigna a su soledad. Pero los dos tienen algo en común: se encuentran en ese tramo de la vida en el que se ha vivido más de lo que queda por vivir y se hace balance de las experiencias acumuladas hasta ese momento.

Es en esos siete días cuando todos estos aspectos de su carácter salen a relucir, tanto para lo bueno como lo malo. Conocerá Miles a su posible nuevo amor, Maya (Virginia Madsen). Por su parte, Jack iniciará una aventura con una amiga de Maya, Stephanie (Sandra Oh). Ambas son camareras, por lo que el vínculo etílico vuelve a hacer su aparición. A través de sus citas seguimos paladeando caldos exclusivos como el Pinot, descubriendo miles de matices del vino que encuentran en esta película paralelismos con la vida real.

Jack promete a Stephanie el oro y el moro, insuflándole unas esperanzas que luego son rotas. Esto tiene sus propias consecuencias en la relación de Miles con Maya, nada agradables. Pero Jack, lejos de sentar la cabeza, opta por seguir sus correrías, dando lugar a situaciones muy cómicas, con un punto de dramatismo.


Paul Giamatti , un gran actor que en esta película, sencillamente lo borda (pocas veces un actor transmite tantas emociones sin decir absolutamente nada) consigue que su personaje nos refleje toda su frustración; una cara, una mirada le basta para llenar toda la pantalla de su humanidad, pesimista y resignada.
Pasa de ser el eterno secundario de películas tan distintas como “La boda de mi mejor amigo” y el remake de “El planeta de los simios” al papel estelar de “Entre copas”. De hecho, hasta el mismísimo George Clooney se empeñó en protagonizarla, encontrandose con la oposición frontal de Alexander Payne, que tenía a Giamatti como apuesta personal.

El resto del reparto no desentona para nada (inmenso Thomas Haden Church), aunque la película no sería lo mismo sin el toque femenino de Sandra Oh y Virginia Madsen, especialmente esta última, que ya ha visto recompensado su trabajo con una nominación al Oscar y un Independent Spirit Award a la Mejor Actriz de Reparto.

En resumen, estamos ante una grandísima película. Todos los cinéfilos tenemos que tener reservado un lugar en la estantería para “Entre copas”. No os arrepentiréis.

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